Tal como el mismo jugador señaló en su presentación oficial, fueron muchos los factores considerados por Mauricio Isla para decidir continuar con su carrera en Colo-Colo luego de largas semanas de negociaciones.
Motivos personales, desafíos deportivos y la influencia de sus compañeros de selección fueron claves para decantarse por el cuadro Popular, aunque se acaba de desempolvar otra fuerte razón que data de hace 17 años atrás, cuando recién el nombre del ‘Huaso’ empezaba a resonar en el fútbol chileno.
La gran promesa que cumplió el ‘Huaso’
Desde El Deportivo de La Tercera desclasificaron antiguos registros de un joven Mauricio Isla que comenzaba a hacerse un nombre propio en aquella generación dirigida por José Sulantay, cuando junto a la Selección Chilena Sub-20 lograron el tercer lugar en el Mundial de la categoría en Canadá.
En su presentación con la camiseta alba, el propio jugador reconoció que en el año 2007 Claudio Borghi, DT en ese entonces del Cacique, preguntó por él, siendo el primero de dos acercamientos previos que tuvo el lateral con Pedrero. Sin embargo, ese mismo año haría una promesa que 17 años más tarde lograría cumplir.
Y es que una de las personas más importantes en los inicios de su carrera fue su inspectora en el liceo A-131 de Buin, la señora Quenita, colocolina de corazón que tras su deceso en enero de aquel año el ‘Huaso’ le juramentó algún día vestirse de blanco.
“Le prometí a sus familiares que alguna vez jugaría por Colo-Colo. Incluso llevé una camiseta a su lecho de muerte en Buin”, prometió la joven promesa de 19 años en aquel entonces en una entrevista para La Tercera desde Toronto.
La importancia de la señora Quenita en sus inicios
Como bien señala el medio deportivo, aproximadamente 50 kilómetros separan San Carlos de Apoquindo de Buin, por lo que para los entrenamientos de Isla en Universidad Católica a veces recorría la extenuante suma de 100 kilómetros al día, tres veces a la semana. Por eso, cuando faltaba la motivación e incluso el dinero para poder ir a entrenar, la señora Quenita llegaba para dar ese impulso.
“Entonces la señora Quenita, que era inspectora en el liceo, me decía ‘cómo no vas a ir a entrenar’, y me daba plata para la micro. Ella era fanática de Colo-Colo”, indicaba el seleccionado juvenil por esos tiempos sin saber que 17 años después cumpliría lo jurado en su lecho de muerte.